Con gustito a azúcar quemada.

Encontré esta receta en Completely Delicious, y me pareció que estaba bueno de probar, en lugar de hacer los archi-conocidos postres Royal (o Royarina) a los que recurro de tanto en tanto.

De hecho primero pasé por la explicación de cómo hacer caramelo: con o sin agua, y sin revolver.

En este caso lo hice sin agua: el azúcar directo al fuego.

Previamente, se mezcla leche con almidón de maíz.

(me está quedando muy entreverado esto?)

Esto se deja aparte, y se arranca a quemar azúcar, moviendo un poco la olla para que queme parejo, y cuidando que no se pase. Una vez logrado el color ambar, se retira del fuego.

Esta parte es divertida: al caramelo caliente hay que agregarle leche (la del almidón no, otra). La reacción es casi explosiva (FZZZZZ!!!!). Mientras se echa la leche de a poco, hay que revolver contínuamente.

Y tá, a mí no me salió ninguna de las dos cosas. Se la eché toda de golpe, e intenté revolver con el batidor de alambre, pero cuando quise acordar ya estaba todo el caramelo duro.

Entonces hay que volver a poner al fuego a derretir las partes que hayan podido endurecerse (en mi caso, todo). Funciona. Hervir por unos minutos hasta que espese un poco.

Luego se le agrega la leche con almidón, más vainilla y sal. Creo que exageré con la vainilla porque no usé cucharita y el chorro se me fue un poco 🙂

Qué lindo ver espesar la crema. Una vez que se obtiene la consistencia deseada, se apaga el fuego y se sirve. Por ejemplo, en platitos de postre.

O en otro recipiente más grande, del que después se sirve (notan la diferencia, verdad?).

Debo decir que no quedó muy dulce, es más bien amarga. El gusto es el del azúcar quemada. Berni lo comió con dulce de leche, pero a mí me gustó así, la verdad.