Descubriendo lo básico.

No sé ustedes, pero yo al tuco siempre lo hice saltando cebolla (a veces con morrón) y agregando la carne picada, condimentos, y por último, cuando la carne estaba cocida, la salsa de tomate.

Pero resulta que para hacer la lasagna encontré unas recetas un tanto distintas… y coincidentes entre sí.

Hice lasagna algunas veces más, incorporando fuente rectangular (bien por mí!), y brócoli mezclado con la salsa blanca (en vez de espinaca).

Pero la última vez, al comprar un paquete distinto de lasagnas, descubrí (porque estaba en idioma accesible) que no hay que hervirlas! Y yo que había hecho terrible lío!

El paquete también mencionaba hacer un «buon ragú di carne a piacere piuttosto liquido» (hacer un buen tuco a gusto, más bien líquido), así que decidí hacer el del Crandon. Que es bien distinto a lo que hacía hasta ahora.

Hay que saltar la carne (picada y salchicha de cerdo, que yo asumí que son panchos, porque es lo que uso en las albóndigas) en 1/2 taza de aceite (es un montón o no?).

Se le agregan hongos (o no). Y tres tazas de caldo, 2 tazas de agua hirviendo y 1 taza de pulpa de tomate. Una cantidad enorme de líquido! (como verán, usé el wok, ya que mis ollas son muy chicas).

Treinta minutos de cocción lenta no redujeron mucho el volumen:

Y de hecho pensé que me había quedado un desastre la lasagna. Cuando la saqué del horno y la corté, el relleno se iba para todos lados. De todas formas quedó buenísima, y, dejándola enfriar un poco la cosa se volvió mucho más estable.

Por lo demás, las capas de la lasagna las invento cada vez, incluyendo queso y salsa blanca… Nunca sé con qué terminar, pero no hay dos recetas iguales por ahí en la vuelta!