Publicando a destempo.

Todos los años mi mamá hacía torta de frutilla para alguno de los cumpleaños de setiembre.

Ahora ya no está más. Cocinar cosas que ella preparaba me da nostalgia, pero siento que es una forma de tenerla presente. Este blog está lleno de recetas que mi mamá me enseñó. Tenía mucha paciencia y me dejaba ayudarla en la cocina, lo que sin dudas me abrió las puertas para la exploración repostera.

Me acuerdo que su madre, según cuento suyo, le había dicho: cómo es que preparás lasagna si yo no te enseñé? Así como ella trazó caminos más allá de las enseñanzas maternas, yo también volé por otros lados culinarios.

De hecho, esta receta no es como la hacía mamá.

Ella hacía el bizcochuelo de leche caliente, lo cortaba, bañaba en almíbar, rellenaba con chantilly y frutillas cortadas y cubría con frutillas enteras.

Lo que yo hice fue usar una idea de Sally (la reducción de frutillas) en una torta de Marian (sustituyendo parte de la leche). El resto sí, parecido a la torta de mi infancia: chantilly y frutillas, partidas (y maceradas) y enteras.

Siento que debería poner una conclusión acá, pero no sé si hay. La vida sigue, se construye sobre cimientos de frutilla. Y extraño a mi mamá.

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