Dulces y finitas.

Encontré la receta en Golosilandia (buen nombre!). La primera vez que las hice, seguí todo al pie de la letra, en vez de hacerle caso a mis humildes instinto y experiencia 🙂

Decía: «Calentamos un poquito la mantequilla al microondas para que esté blandita,y mezclamos con el resto de ingredientes es decir el azúcar y harina»

Así que metí azúcar (impalpable) y harina todo junto con la manteca derretida (porque eso fue lo que resultó de su paso por el micro), agregué la zanahoria rallada, y obtuve esto:

Difícil para amasar, no? Entonces le agregué un huevo, y obtuve esas galletitas sin personalidad (por más que tuvieran forma de conejo y eso). La masa quedó medio chiclosa. Y aburrida.

Así que probé de vuelta.

Esta vez, la manteca la dejé ablandar fuera de la heladera por bastante rato. Luego agregué el azúcar impalpable, que por los baños de manteca sé que ésta chupa toda la azúcar impalpable que le pongas.

Después le agregué la zanahoria, y recién a lo último la harina.

Heladera una hora. Y luego formitas.

Una vez sacadas del horno, y habiendo comprobado que esta vez sí habían quedado ricas y crocantes, no se me ocurrió mejor idea que ponerlas sobre fondo anaranjado y sacar una foto malísima del resultado.

Estas galletitas fueron al trabajo. En casa me quedé con las más quemaditas (que también estaban ricas!).