Se podía hacer sin chocolate.

He estado ausente. Lo sé. Me avergüenza, y me apena, pero c’est la vie (tomá pa’ vos).

No perderé el tiempo justificándome, sino que me adentraré sin más en una receta nueva, que en realidad es una vieja reciclada.

Resulta que la pequeña hija mía cumplió un año (añado paréntesis para que reflexionemos sobre el paso del tiempo…    ), y me vi en la duda de qué cocinar para su cumpleaños.

Algo que pudiera comer ella. Ya tendrá tiempo de probar todas estas cosas magníficas llenas de dulce de leche y chocolate, pero por ahora la mantenemos en una burbuja gastronómica con más azúcar de fruta que de paquete.

Hete aquí que la niña es fanática del pan. Cuando lo ve, estira su brazo, señalándolo, y dice «Am!» Cuando le das un pedazo, se le ilumina la cara (o se sonríe angurrienta, podría decirse).

Lo que no le gusta es la leche, y por eso buscamos formas de que la incorpore.

Ni idea si pierde todas las propiedades o no, pero se me ocurrió hacer un budín de pan, que lleva bastante leche. Y me puse a buscar recetas por internet, hasta que se me dio por fijarme en el Libro del Crandon. Nunca se me había ocurrido que la receta del budín de pan de chocolate que se hace en mi familia desde siempre, era simplemente una variante del budín de pan sin cocoa. Pero así es. Así que lo que hice fue usar la receta de este mismísimo blog (porque el budín de pan de mi libro Crandon viejo tiene otras proporciones), omitiendo ese ingrediente.

Es riquísimo!

Al final no lo servimos en su cumpleaños, pero lo fuimos comiendo los días posteriores. Marchó con mucho gusto.

[Otra receta de budín de pan, pero licudado: aquí]