!!!!!!!

Esos videos de recetas que aparecen en Facebook son una perdición. Te incitan a hacer recetas cargadas de chocolate y calorías porque parecen una pavada de hacer.

Y lo cierto es que no me resultaron tan complicadas estas barritas. Sí, llevan varios pasos y algún momento delicado, pero salieron (o es que me estoy volviendo experta? mjuajua)

Acá está la receta original, con video.

Para empezar, hay que forrar una asadera con papel manteca. No tenía, usé papel de aluminio (los hice de vuelta con papel manteca, pero creo que sigo prefiriendo el aluminio). Tampoco tenía una asadera cuadrada o rectangular medianamente chica, así que usé una rectangular grande, de las de fainá o pastel (debería estarles dando medidas en este momento?), y con el papel de aluminio levantado creé un límite ficticio. Ya verán.

Se derrite chocolate a baño maría (o al micro, de a pocos segundos, pero no sé bien, nunca lo hice) y se cubre el fondo de la asadera con papel.

Luego hay que hacer caramelo con azúcar y agua. Al llegar al color de caramelo, se le agrega crema de leche y se revuelve bien rápido para que se disuelva. Y esto me recordó algo: hace tiempo hice Twix caseros! Pero el caramelo era más complejo. Por último se le agrega maní. Yo me puse a hacer el paso siguiente junto con este, y el resultado fue que se me quemó el caramelo.

Luego viene la parte que me resultó llamativa: se derriten marshmallows con manteca. Mirá vos. Allá me fui a comprar los malvaviscos esos. Acá no hay cultura de marshmallow, verdad? Los he visto en pinchos en los cumpleaños infantiles, y me parecen bastante feos, una goma sin gracia. O sea que no hay blancos, lisos, sino de colores y formas atractivas para los peques. Me traje rosados.

Y el color final quedó medio fulero (se le agrega leche condensada).

Entonces las capas son: 1) chocolate 2) marshmallows con leche condensada 3) caramelo con maní.

Se lleva a la heladera a que endurezca.

Aquí se puede apreciar el color oscuro de mi caramelo. Saben qué significa el color? Que queda amargo. Ahí es cuando pensé que esta experiencia había fracasado.

De todas formas cumplí con el resto de los pasos: los corté en pedazos y los bañé con chocolate.

Al principio los sumergí en el chocolate derretido como indicaba la receta, pero después me atacó la avaricia y la vagancia de picar más, así que les puse chocolate por arriba simplemente. Más que suficiente.

La cuestión es que quedan muy buenos. Ese crocante del maní, mezclado con todas las cosas gomosas de adentro deja una exquisita sensación. Y la verdad es que el caramelo quemado no molestaba tanto. Golpecitos en el hombro para Magui.

Segunda toma: compro más marshmallows, esta vez de otra marca. Los primeros eran «Angelitos» de Guatemala. Los segundos (que mezclé con los restantes anteriores) fueron «Haribo», españoles. Más rosados, y con mucho más gusto (más ricos).

Usé papel manteca y una fuente prestada, más pequeña. Y saqué el caramelo del fuego antes de que se oscureciera tanto.

Pero no sé, se me desparramó más el caramelo, y se seguía cayendo después, incluso en la heladera. Se me complicó más sacar el papel, porque lo rosado había ido más allá del chocolate, que es lo que facilita la operación.

Pese a la vuelta de mis temores de haber fracasado, esta segunda vuelta de snickers también tuvio su aprobación. Se dijo de ellos que eran más dulces que los anteriores (por el caramelo, vio?)

Finalmente, antes de pasar a la receta, quiero dejarles una comparación con un snicker de verdad (que lindo precio tiene, eh?): ellos son más gordos, y toda la parte de abajo (que no se parece en nada a marshmallows derretidos) es mucho más dura. Mi conclusión es que no se parecen mucho, pero que ganan los caseros!