Un invento.

Un día me puse a buscar recetas de tortas con avena. No sé bien por qué. Y me encontré con una de la página de Teledoce.

Lo interesante es que en casa se habían acabado los huevos! (y me di cuenta que preciso una categoría de recetas sin huevo para estas oportunidades)

Así que hice una cortísima búsqueda de cómo sustituir los huevos en la repostería, y llegué a la dudosa conclusión de que podía usar mermelada de fruta.

Mermelada casera de durazno, hecha por mi tía un par de días antes.

La receta llevaba 1 huevo y 1 yema (qué pereza, esa yema!), y yo usé media taza de meremelada, y después le agregué un par de cucharaditas más, con un poquito de agua, porque estaba muy seco. Lo otro que hice fue ponerle menos azúcar (en lugar de una taza, tres cuartos).

Como verán, quedó una masa pastosa que hubo que aplastar en la tortera.

Para el momento de sacarla del horno, la casa estaba inundada por un olorcito tan, pero tan rico! Y la verdad que tenía lindo aspecto, no?

Pues déjenme decirles que también tenía un gusto exquisito! Es más, Esposo dijo que era de las mejores tortas que había probado. Chan!

Dos cosas: 1) estaba bien dulce (y sí!), y 2) podría haber funcionado en formato galletitas: en lugar de poner la masa en tortera, hacer bolitas y a la asadera. De esta forma se hacen más rápido, y quedarían crocantes por fuera (supongo, porque el borde de la torta así quedó).

Bueno, y cómo me ven inventando recetas? Hay que animarse a probar!