La bondad del tubérculo.

Mucha gente me para en la calle y me dice: «Magui, cómo llegás a ponerle papa a una torta de chocolate?»

Yo también me pregunto lo mismo. La respuesta tentativa es que si uno lee recetas por ahí (blogs, revistas, etc.) a lo largo de los años, se le plantan semillas «absurdas» en la cabeza. Y un día te das cuenta que esa semilla brotó, y que quizás no era tan absurda. Con respecto a la papa, los que me siguen post a post (jaja) habrán visto los panes de papa que salieron en el libro Panes, del Crandon. Eso activó en mi cerebro la noción de que también se le puede poner papa a una torta dulce. En algún lado lo habría visto, hace tiempo! Así que sencillamente googlié, y encontré esta receta.

Este es el momento en que agrego la papa a la masa de manteca, azúcar y huevos. Nótese la presencia de mi primogénita, que con menos de dos años ya naturaliza que las tortas llevan papas, lentejas, o porotos.

La torta es rendidora, y yo la dividí en dos torteras para rellenar después. La hice para el cumple de mi hermana. Le puse dulce de leche en el medio y algún baño de chocolate por arriba. Pero el dulce de leche era tan líquido que se caía todo, y la capa de arriba también. Buuu.

Ya van tres veces que la hago: está buena! La papa le agrega humedad (te la tiro así a ver si pasa… será?). Si tenés familiares como los míos, capáz que te convenga omitir el dato de que tiene papa. A veces ignorance is bliss. (Yo no he seguido mi consejo, y me he enfrentado a rechazos)

La última vez hice media receta. Luego la corté en cuadraditos, le chorretié dulce de leche calentado al micro (para ablandarlo, qué ironía), y le esparcí copos de maíz bañados en chocolate. Creo que voy a hacer más a menudo! Es una delicia.

Cuentenmé cómo les va! 🙂