Nueva!

Ya hace un tiempo que le puse lentejas a una torta de chocolate, pero, aunque no estaba mal, tampoco me terminaba de convencer. Para empezar, es bastante seca.

 

Cuestión es que, baja en hierro en este segundo embarazo, volvió a mi mente el tema de las lentejas, y me puse a buscar otra torta que las contuviera, y que resultara más apetitosa.

Encontré ésta.

El detalle es que usaba lentejas rojas o amarillas, y la verdad que yo no he visto en el supermercado, además de que ya tenía una bolsa enorme en casa de las marrones. Le dejé un mensaje a Marcy si se podían usar, y me respondió que las lentejas marrones son más densas y tienen otro gusto, más a tierra… A esta altura yo ya había probado igual!

Hay que cocinar media taza de lentejas en el triple de agua (las dejé en remojo desde el día anterior), y después colarlas y procesarlas hasta formar un puré. Era tan poca cantidad que a mi procesadora le costó un poco hacer el puré. Capáz que lo mejor es hacer el doble y freezar la mitad. Como quedó bastante seco, le agregué bastante agua (de la misma que sobró de la olla al colar).

El resto de la torta lleva, básicamente: azúcar, miel, aceite de oliva, huevos, y harina. Era harina integral, pero yo usé blanca. Y cacao! casi me olvido.

La torta quedó hermosamente húmeda y disfrutable a la vista. Para hacerla menos sana (?) le puse un baño de manteca, dulce de leche y cacao (pongo al tuntún en una olla al fuego) y chispitas de colores (era para compartir en el jardín de la peque).

Convidamos a varias personas, guardando el secreto sólo para unos pocos privilegiados. Yo creo que, sabiendo que están, a las lentejas las sentís. Y que el baño le da una dulzura que de otro modo no tendría. Pero que si le espolvoreás azúcar impalpable por arriba, también queda buena.

Pero saquen ustedes sus propias conclusiones: háganla!