Algo refrescante!

Ya son varios los helados que he hecho, y en mi familia me van sugiriendo nuevos gustos para armar una heladería, jaja.

Descubrí en casa una botella antiquísima de licor de menta, y decidí probar por ahí (la receta – aquí – que había investigado decía que podía ser con esencia de menta, pero que el licor ayuda a que no cristalice. No tengo idea, pero le creemos).

La fórmula con la que me siento cómoda haciendo helado es la de crema doble + leche condensada. Así se hace el de vainilla y el de manteca de maní (también el de limón y el de chocolate blanco, que aún no publiqué). El de chocolate lleva un par de cosas más, pero también lleva esos dos ingredientes. De esta forma, no hay que usar huevos crudos, ni tampoco una máquina de helados.

Hice la receta dos veces. Porque la primera vez siempre le erro en algo, si no qué gracia. Dividí en dos y me olvidé de dividir la cantidad de licor! jajaj. Esto lo hizo quedar muy fuerte, y se sentía el gusto al alcohol, lo que no lo hace apto para todo el mundo. El color verde provino exclusivamente del licor (si hubiera usado esencia, habría quedado blanco)

La siguiente vez, además de ajustar la cantidad de licor, lo agregué a la leche y leche condensada, que van al fuego, para que se evaporara el alcohol. Está bien? está mal? No sé, lo cierto es que quedó bien.

Vieron? menos verde.

Tuve «problemas» con los chips de chocolate, que se me fueron al fondo, y quedaron híper duros!

Pero en definitiva recomiendo este helado fresco y suave. Jamás pediría menta en una heladería, pero este lo disfruté (y mi familia también).